Adjunto
estas frases celebres de las cuales no estaría mal hacernos un poco participes.
"Lo esencial en la vida no es el éxito, sino
esforzarse por conseguirlo" (Pierre de Coubertin)
El éxito tiene que ver con factores internos, pero
también externos. Perseguirlo como meta nos puede crear ansiedad. Llevar a cabo
una actividad tomando el resultado como objetivo es comprar números para el
estrés y la frustración. En cambio, si la llevamos a cabo centrándonos en el
esfuerzo y la estrategia, estaremos desarrollando todo nuestro potencial.
Alcanzar un determinado resultado no siempre depende
de nosotros. Hay factores externos (el arbitraje en el deporte, una adversidad
fortuita en el trabajo...) que pueden llevarnos a un mal resultado a pesar de
nuestra buena actuación. Por eso debemos tener muy presente que perder no
quiere decir en absoluto fracasar, y que, en el límite, mucha gente fracasa
ganando.
El esfuerzo depende de mí. El resultado depende de
mí y de muchas otras cosas que yo no puedo controlar. Si me juzgo por el
esfuerzo, yo decido mi éxito. Si juzgo los resultados, estoy en manos de muchos
otros factores, entre ellos el azar.
Vivimos en una cultura competitiva, en la que se
simulan las faltas en el deporte, se falsifican los currículos en el trabajo o
se hunde a la competencia con campañas de descrédito. Todo para obtener el
éxito. Pero es un éxito externo, aparente, que no nos puede dar satisfacción
como personas, y que, en aquellos casos en que somos referentes, nos lleva a
dar un pésimo ejemplo. Es mucho mejor perder triunfando (he hecho todo el
esfuerzo posible y, por tanto, estoy orgulloso de ello) que ganar fracasando
(he hecho las trampas necesarias para obtener el resultado, pero estoy muy
lejos de poder sentirme orgulloso de ello).
¿Contra quién compito?
"Solo hay una competición sana: yo contra mí
mismo" (Oriol Pujol Borotau)
Competir es bueno, siempre que entienda que con
quien compito es conmigo mismo. No me comparo con los demás. Me comparo
conmigo, y fruto de esta comparación valoro mi progreso y mi crecimiento.
En esta idea de competición no hay adversario, y no
me preocupa el resultado, aunque, paradójicamente, es cuando más lo obtengo,
porque es en esta competición conmigo mismo en la que doy lo mejor de mí.
Como afirma magistralmente el profesor Santiago
Álvarez de Mon, "el partido interior que jugamos con nosotros mismos es el
único que merece la pena (...), ahí es donde de verdad gano o pierdo".
Es nuestra responsabilidad decidir qué tipo de
competitividad elegimos, y derivado de ello educar a nuestros hijos en una
competitividad sana, donde seamos capaces de premiar el esfuerzo y la
estrategia, y no el resultado. En un plano educativo es recomendable que el
reconocimiento venga por la preparación concienzuda del examen, no por la nota
conseguida, y por el buen juego del partido, no por el resultado. Celebremos la
estrategia y seamos conscientes de lo aleatorio del resultado. Si celebramos
únicamente el resultado, alentamos a conseguirlo por todos los medios, lícitos
e ilícitos.
Y debería ser obvio que no podemos caer nosotros,
como espectadores en las actividades escolares, en esta competitividad insana.
Terminamos con una frase de John Wooden, legendario entrenador de
baloncesto americano: "Éxito es el estado de paz y serenidad interior
alcanzado como consecuencia de la satisfacción de saber íntimamente que has
hecho todo lo que estaba en tu mano para lograr el máximo de lo que eres
capaz".